Agilismo miope

Agile ha dado mucho confort en el día a día a nuestros equipos y clientes. Entre otras cosas nos ha permitido tener visibilidad sobre el punto en el que estamos en los proyectos y compartir la visión de nuestro trabajo entre todas las personas involucradas. Sin duda, estupendo.

Gracias a agile, los proyectos tecnológicos que desarrollamos en la compañía ya no son una tortura china para nosotros, ni por supuesto para nuestros clientes. Y este es un aspecto que el mercado valora muy positivamente y que nos está permitiendo consolidarnos y desmarcarnos del resto.

Pero existe un importante riesgo: percibo una cierta tendencia en el mundo agile a focalizarse en el corto plazo (la iteración en la que nos encontramos) y a no contar con una visión a largo plazo (cierre del proyecto o incluso siguientes iteraciones). El mensaje parece ser:

Como el proyecto va a cambiar y cambiar, vamos a tener que iterar e iterar, y en algunos casos pivotar y pivotar, no resulta práctico pensar en cómo vamos a alcanzar nuestros objetivos y llegar a la meta.

No se nos ocurre mejor metáfora que esta para ilustrar la férrea adhesión a las liturgias y la estupidez del que cree que negociar significa escaquearse.

Este tipo de enfoque puede llevarnos a:

  1. Eludir el compromiso con una fecha que puede ser importante para el proyecto.
  2. Entregar un trabajo que técnicamente funciona pero de calidad muy justa porque en un momento concreto nos entran demasiadas prisas por terminar.
  3. Obviar los objetivos identificados en el arranque de un trabajo, que a veces suelen devaluarse debido a las circunstancias que se dan en el proceso de desarrollo.

La gestión micro y del corto es estupenda, pero al mirar más a largo plazo y a la consecución final de los objetivos las formas se hacen borrosas y alargadas: agilismo miope sin duda.

Cuidado con ello, es peligroso y fuente de conflictos y malentendidos.

Nuestra cultura debe incidir en la consecución de los objetivos marcados. Deben ser negociados para poder alcanzarlos, no para renunciar a ellos.

  • Sin fechas claras resultará imposible.
  • Sin un presupuesto económico con sentido, también será imposible.
  • Es la esencia de nuestro negocio.
  • Debemos ser excelentes en ello y tenemos que invitar a que nuestros clientes lo sean también.

Para ello, tres recomendaciones:

  1. Consensuar y compartir una foto fija del proyecto, aunque el camino sea sinuoso (suele serlo).
  2. Adquirir compromisos y entregarnos a ellos.
  3. Diseñar y aplicar las métricas adecuadas que nos orienten en el camino de la aportación de valor.