La clave de un buen proyecto no es la tecnología, ni la gestión, ni una buena idea: son las personas. Tony Soprano algo de esto sabía

El personaje de Tony Soprano es uno de los grandes de la historia de las series. Si no la has visto te la estás perdiendo, de verdad. Y si la has visto, no me digas que no has querido sentarte en algún momento en la mesa de los Soprano… Ahora es cuando te preguntas qué pinta Tony Soprano en un post sobre proyectos digitales. Tiene sentido, ya verás.

los soprano

Quienes vivimos inmersos en la rueda de los proyectos sabemos que detrás de uno llegará otro. Hoy estrenamos La Tagliatella y mañana será otro. Y después de cada experiencia repasamos todo lo que ha salido bien y vemos en qué podríamos mejorar. Todo este proceso “Kaizen” a mí personalmente siempre me lleva a creer que el siguiente proyecto siempre será mejor, si no perfecto. Por eso, antes de empezar siempre pienso en reunir los ingredientes (equipo, herramientas…) que creen las condiciones “perfectas” para que todo fluya y salga a pedir de boca. Pero a veces sucede, y a veces no.

Entonces, ¿cuál es la clave?¿qué marca la diferencia? Yo lo tengo claro: son las personas. Y no me refiero a su nivel de conocimiento o años de experiencia profesional. Me refiero a las relaciones que conseguimos establecer con ellas. Una relación sana y abierta es una puerta abierta de par en par para que todo funcione estupendamente y el resultado sea un proyecto “de diez”.

8 ideas para marcar la diferencia en un proyecto

Saber qué necesitan de verdad las personas implicadas en el proyecto. En una organización las necesidades personales pueden ser muchas: posicionarse internamente, facilitar el trabajo diario, aprender… Esto no es fácil verlo, porque no es lo que nos ocupa. Pero cuando aciertas a verlo es mucho más fácil ofrecer soluciones, incluso técnicas, que aciertan de lleno. Escucha más allá de las palabras y abrirás la primera puerta.

  • Reconocer nuestros errores. Nos equivocamos, a todos nos pasa, también a nosotros. ¿Te has dado cuenta lo que nos relaja cuando alguien reconoce que se ha equivocado y piensas “¡Oh, qué descanso, tampoco es perfecto!”? Así es más fácil ganar confianza, ¿no?
  • Reconocer lo bueno. Tampoco pasa nada por reconocer lo positivo, lo que nos ayuda, lo que nos satisface. Seguro que alguien ha dicho o hecho algo en concreto que ha servido para que todo vaya mejor. Díselo, no va a pasar nada, como mucho aumentarán las ganas de seguir trabajando juntos.
  • No juzgar. Preocúpate de no hacer ningún juicio personal cuando te toque hacer una valoración de un trabajo. Cuando nos juzgan, solemos sacar el escudo y la lanza para protegernos. ¿A dónde nos lleva esto?
  • Decir no a un cliente o dentro del propio equipo. Nos gustaría complacer a todo el mundo, pero no podemos. Con transparencia es mucho más fácil explicar las razones del no, y más fácil para la otra persona aceptarlo. Pruébalo a ver qué tal funciona.
  • Comunicarse por encima de todo. El gran Aritz Suescun suele dibujar un gráfico para explicar que cada vía (mail, teléfono, hangout, reuniones…) facilita en mayor o menor medida la comunicación. Utiliza todas las vías, cada una tiene su momento, pero no pierdas ninguna oportunidad para hablar.
  • Comprométete y piensa en aportar valor. Piensa si las personas implicadas aportan valor al proyecto, esta es la guía maestra que hará que todos vayáis alineados y de la mano.
  • En este punto ya puedo reconocer, que sí, vale, la tecnología, las ideas y una buena gestión también suman. Entenderás que tenía que dejarlo para el final, ¿no?

¿Y Tony Soprano?

La mesa de Los Soprano a rebosar de comida no es lo que realmente te hace querer estar sentado en esa mesa. Era Tony y toda su gente, sus conversaciones, conspiraciones, celebraciones…

No es lo que desarrollamos, sino con quién lo hacemos lo que marca la diferencia.